Abrisén y el Azud de Fañanás
El despoblado de Abrisén y su monumental azud se encuentran a poco más de tres kilómetros aguas arriba de Fañanás, a cuyo término pertenecen en la actualidad. La antigua villa ocupaba el terreno existente entre la orilla derecha del río Guatizalema y el alargado bancal de piedra arenisca situado al Oeste, que con una cota de 540 metros permite dominar todo el paisaje.

Distribución aproximada de las distintas áreas

Vista desde la zona del castillo con Fañanás en la lejanía
El castillo, del que tan sólo quedan restos de posibles muros, se levantó estratégicamente en la zona más alta del bancal, permitiendo el contacto visual con los castillos de Argavieso, Montearagón, Fañanás, Alcalá del Obispo y Siétamo. Muy cerca hay restos de un caserío y claras marcas en las rocas de la existencia de construcciones adosadas ya desaparecidas, citadas en los documentos como ". . . domos prope castrum . . .". El poblado debió estar protegido por tapias o muros defensivos, pues algunos documentos citan la existencia de casas ". . . intus villa . . .".

Necrópolis con tres tumbas antropomorfas muy erosionadas

Escalones de acceso al río picados en la roca
La iglesia también se levantaba sobre el bancal, muy cerca de una paridera actual, pudiéndose reconocer todavía una necrópolis con varias tumbas antropomorfas muy erosionadas. Cerca de la orilla del río, junto a la acequia de Abrisén, conocida también en la actualidad como acequia de Fañanás, pueden verse pocetas y posibles abrevaderos o lavaderos trabajados en la roca, así como unos escalones picados igualmente en la piedra que debieron servir para descender al río con facilidad.

Vista general de la zona de la torre

Muro perteneciente a la torre
El centro de la villa debió estar a mitad de camino entre el castillo y el río, más o menos alrededor de lo que parecen ser restos de una torre. Está documentado que en la segunda mitad del siglo veinte se destruyó un recinto cerrado que fue descrito como "sin puertas y con arcos", al que las gentes venían llamando "la iglesia", aunque tal descripción es más propia de una torre defensiva que de una iglesia, una construcción de la que únicamente queda un muro de buen sillar, restos de otro que rodeaba un espacio circular y gradas en varios niveles excavadas en el suelo de piedra.

Paridera próxima a la zona del castillo

Oquedad picada en el bancal de piedra
Al Sureste del conjunto, en la zona conocida por las gentes como "el cementerio", debido a la aparición de tumbas cubiertas por losas y teja plana, debían encontrarse la mezquita, la almecora (cementerio musulmán) y el barrio mudéjar, pues los documentos indican que había casas ". . . ante hostium mesquite . . .".
Como ha sido costumbre habitual en tantos otros patrimonios abandonados, también aquí los sillares acabaron siendo aprovechados por las gentes para construir casetas, muros, parideras, etc., por lo que apenas quedan restos del poblado, a lo que hay que añadir la mala calidad de la piedra arenisca empleada en los sillares, extraídos en su mayoría del propio bancal en que se asentaba el castillo, donde aún son visibles los cortes realizados por los canteros.
Actualmente sólo se conservan en relativo buen estado los sillares de piedra fuerte de la posible torre, que no están fabricados con la piedra arenisca de la zona y presentan un aspecto bastante más antiguo, por lo que algunos investigadores consideran que el origen del conjunto de Abrisén podría ser anterior a la época musulmana, pudiéndose remontar incluso a la época romana.
Al igual que ocurre con muchos otros topónimos, Abrisén también aparece en distintos documentos con diversas grafías, tales como Abrisién, Caprisén, o Arvisén, ya que antiguamente los nombres eran tomados de oído y nunca se corregían.
El Azud de Fañanás
El Azud de Abrisén, citado en algunos documentos medievales como Azud de Albella y conocido actualmente como Azud de Fañanás, sorprende por sus grandes dimensiones y buen estado de conservación, siendo uno de los mayores entre los que aún se conservan en el Alto Aragón, aunque la espesa vegetación que lo envuelve, sobre todo en la margen derecha, impide apreciar claramente su gran longitud y sólida construcción.

Azud de Fañanás © Julio Alvira Banzo
No cabe duda de que el día a día de los habitantes de Abrisén debió girar alrededor de este azud, un territorio paradisíaco que les permitía gozar de agua en abundancia, el más preciado tesoro de la naturaleza.
La presa está construida en una zona del cauce que cuenta con los márgenes rocosos necesarios para su cimentación, formando un ángulo muy acusado que por la derecha encauza con fuerza las aguas hacia la acequia de Fañanás. Tiene aproximadamente 190 m visibles de longitud, una altura que dependiendo del terreno oscila entre los 1,5 m y los 8 m y una anchura de coronación de cerca de 1,7 m. Los sillares que lo forman, muy regulares y cuidadosamente escuadrados, están colocados a soga, con hasta 20 hiladas de sillares en su sección más alta.
Los 1,7 m de coronación, equivalentes a dos varas o cuatro codos árabes, unidad de longitud que dejó de utilizarse a partir del siglo XVII, podría indicar la intervención de mano de obra mudéjar o morisca, altamente especializada en construcciones hidráulicas. En el cauce del Guatizalema, esta medida no sólo se encuentra en el azud de Fañanás, sino también en las losas de los azudes del molino de Arbaniés y de Pueyo de Fañanás.
En su trabajo "La villa y el castillo de Abrisén", Anchel Conte Cazcarro lanza la hipótesis, muy acertada, de que tanto el monumental tamaño de esta obra como la indudable perfección técnica empleada, no admiten su construcción durante los inicios de la reconquista, lo cual trasladaría su antigüedad a la época musulmana cuando menos, aunque sería necesario un riguroso estudio arqueológico que permita despejar las dudas existentes sobre un posible origen romano:
". . . Pero si atendemos al tipo de presa, a sus sillares, escalonada en su parte superior, un ligero talud y cuatro grandes pilares rectangulares que le sirvan de contrafuertes poderosos -tal como ocurre en la presa de Proserpina en Mérida-, podemos aventurar que estamos ante una extraordinaria obra romana que ha llegado hasta nosotros en pleno funcionamiento . . .".
Se sabe que en el término de Abrisén había al menos un molino, conocido como el Molino de Albella, que puede ser el existente en la vecina localidad de Siétamo, aguas arriba del azud. Antonio Naval Mas cita en uno de sus escritos la posibilidad de que en Abrisén hubiera alguna estructura que permitiera salvar el cauce del Guatizalema, pues en un documento del siglo XII se cita el "pontiello" de Abrisén.
Principales acontecimientos históricos
11??: Primera cita documental de Abrisén
En su trabajo "La villa y el castillo de Abrisén", Anchel Conte Cazcarro cita un documento sin fecha concreta pero perteneciente al siglo XII según Antonio Durán Gudiol, que es el más antiguo que se conserva sobre Abrisén, donde según describe ". . . aparece un repertorio toponímico rico, una relación de habitantes moros y cristianos, y aparece citado repetídamente el castillo, la iglesia con su sacerdote, la mezquita y la almecora . . .", un rico patrimonio trabajado y explotado por tres siervos de origen musulmán (exaricos) y cuatro cristianos.
El documento nombra un total de 14 habitantes, tres de ellos mudéjares, pero como indica Conte, el asentamiento debió tener más pobladores, pues además de los ya citados, que explotaban los bienes catedralicios o fincas próximas a ellas, estarían también los trabajadores de las heredades en poder de la Orden del Temple de Huesca o los que trabajaran para la familia Lizana, propietaria por aquel entonces de la Villa y el Castillo.
1227: Donación de algunas heredades a la Orden del Temple
En el mes de Junio, el Señor de Huesca, Marco Ferriz de Lizana, con la aceptación de la noble Tota de Abiego, dona al Temple de Huesca una casa y algunas heredades en Abrisén, que están cuidadas por el mudéjar Abdela de Arif:
". . . In Dei nomine. Notum sit quod ego dompno Marco Ferriz, assensu et voluntate de dompna Tota de Abego, dacio hanc cartam donationis Domui Milicie et vobis fratri Nunno, comendatori domus Osce, et ceteris fratribus. Placuit mi, et ob remedium animarum nostrarum, dono et concedo vobis in Panimale nostram illam casam de Abdela de Arif de Abrisen. Hoc est de casis, terris, vineis, ortis et ceteris rebus ad eandem hereditatem pertinentibus et cum omnibus serviciis et usaticis que mi a predicto Abdela et parte sua pleno iure pertinent aut pertinere debent. Hoc modo dono et concedo vobis hac omnia ut ab iste die in antea vos et succesores vestri habeatis et possideatis illa libere et solute, ad propriam hereditatem domus Milicie, omni tempor. Et ut firmum et securum sit semper, dono vobis inde fidancias salvitatis ex totis hominibus et feminabus, secundum usum istius terre: don Felip de Olevito et don Johan Porchet. Et sunt inde testes auditores et visores huius doni don Bonent Roy, carnicer, filius de don Bonent Capez, et Johan Roy. Actum est hoc in mense junii apud Oscam. Era MªCCªXXªVIIª. Aliaaa constitit XX solidos. Ego Andreas. scriba, hanc cartam scripsi et ex mandato utriusque partis hoc sugnum feci . . .".
1262: El obispo Domingo de Sola compra algunas propiedades
El 3 de Septiembre, el obispo oscense Domingo de Sola compra a García Español y a sus hermanas Marta y Teresa un casal, una era, un huerto y trece campos en Abrisén por 22 sueldos jaqueses y 2 dineros. En Octubre compra también a cinco vecinos de Abrisén una casa, un huerto, una viña, una era y quince campos por 240 sueldos jaqueses.
1276: Urraca Ortiz hereda el Castillo y la Villa de Abrisén
Los propietarios de Abrisén por herencia familiar son los esposos Ferriz de Lizana y Jusiana de Atrosillo, como indica el testamento de Altabella de Lizana firmado en 1275. En 1276 firman en Sangarrén el testamento de Cenda de Lizana, por el que legan todas las propiedades de Abrisén y la heredad de Ola a su hija Urraca Ortiz: ". . . Item lexo ad Urracha Ortiç, filla mia, en ante part, el castiello e la villa d’Abrisén, con todos sus dreytos e sos exidas entegrament, et la heredat d’Ola, segunt de como don’Altabella a mi lo lexo en su çaguer testament . . .".
1310: El obispo Martín compra la totalidad de Abrisén
Martín López de Azlor, obispo de Huesca, desea incorporar Abrisén al patrimonio episcopal, pero no dispone de dinero suficiente para ello, por lo que solicita ayuda económica a los cabildos de Huesca y Jaca a cambio de la cesión de unas rentas anuales, 300 sueldos de censo al de Huesca y 200 al de Jaca.
El 3 de Octubre, el obispo firma en Sangarrén el documento de compra del Castillo y Villa de Abrisén a los esposos Ferriz de Lizana y Jusiana de Atrosillo por la cantidad de 12.000 sueldos jaqueses, compra que incluye todos los bienes, derechos y honores: ". . . castrum et villam de Abrisen ( . . . ) ab integro et cum hominibus et feminis habitantibus et habitaturis ibidem et cum solis, terris, parietibus ( . . . ) honoribus et possessionibus suis, ortis et vineis, campis, terminis et terris cultis et incultis et melioramentis, heremis et populatis, in montibus et planis, per omnia loca, et cum arboribus diversi generis; censibus, usaticis, servitutibus, adempnis, questiis . . .".
En el documento aparecen citados los límites del término de Abrisén: ". . . Affrontat autem terminus dicti loci de Abrisen cum termino de Ola et cum termino de Alcala et cum termino de Sietemo et cum termino de Faynnanas et de Turribus de Montes et cum termino de Liesa et cum termino de Villellis . . .".
De los 12.000 sueldos pagados, el obispo Martín aporta 4.500, otros 4.500 el cabildo de Huesca y 3.000 el cabildo de Jaca. Bien por el posible fallecimiento de la heredera o por otros motivos, esta compra no respeta la herencia previa que el matrimonio estableció en 1276 a favor de su hija Urraca Ortiz.
13??: La peste negra asola la población
Sus pobladores debieron desaparecer casi por completo durante las epidemias de peste negra que asolaron Europa entre los años 1348 y 1400. La tradición oral, conservada en la memoria de Luis Turbidí, vecino de Fañanás, habla de una epidemia de peste que asola Abrisén y de la que únicamente se salva una mujer, la cual tras ser rechazada en Siétamo es finalmente acogida por la vecindad de Fañanás, a quienes lega el lugar de Abrisén como única superviviente. Leyendas similares se repiten en muchos otros lugares, adaptadas a los topónimos de sus propios territorios, pero lo cierto es que Abrisén ya era propiedad del obispado antes de la llegada de la peste.
No obstante, estas epidemias sí que podrían explicar el despoblamiento de Abrisén, pues de otro modo es totalmente incomprensible la desaparición de un asentamiento humano en un lugar tan privilegiado por las aguas.
La extensión ocupada por los restos arqueológicos hace suponer que Abrisén contó con una población muy similar a la de las villas próximas, que a principios del siglo XVI aparecen documentadas con 30 fuegos en Fañanás, 20 en Velillas, 20 en Torres de Montes, 20 en Ola, y 30 en Alcalá del Obispo, por lo que bien pudo tener una población de entre 20 y 30 fuegos.
Cortes de Tarazona de 1.495: ". . . Forman un fuego todas aquellas personas que habitan en una casa y tomen despensa de un superior o pater familias continuamente en dicha casa, lo que ha de jurar el superior o pater familias . . ."
1384: Estado ruinoso del Castillo de Abrisén
El rey aragonés Pedro IV el Ceremonioso ordena la revisión de los castillos pertenecientes al obispado oscense, pues se ha firmado con Francia una paz no demasiado firme y conviene ser precavido. El 22 de Marzo se revisa el Castillo de Abrisén:
". . . Aprés desto, día martes, XXII días de março ( . . . ) en el castiello del lugar de Abrisén, fueron personalment constituydos don maestre Jayme de Lidón, vicario general, don Gill de Blancha, capellán mayor, canonges de la Seu d’Uesca; en Bernat Arlovin, comissario, y los ditos Domingo Montagut (maestro de obra de fusta) y Johan de Quadres (maestro de obra de piedra) e viyeron e reconoscieron el dito castiello, el qual era et es del todo scubierto y, en partida, las tapias de aquell derribadas . . .".
El documento muestra un castillo poco fortificado, pues se habla de "tapias" y no de muros ni murallas, y muy abandonado, ya que todas las dependencias se encuentran sin tejado.
Los miembros de la comisión se reúnen en Sesa al día siguiente, donde se analiza el presupuesto que los maestros de obras han calculado para su reparación: ". . . e assí que trobavan que al todo, lo menos, havía necessario pora la reparación del castiello de Abrisén 10 mille solidos iaccenses . . .".
Al igual que ocurrirá con la revisión del Castillo de Fañanás, el presupuesto de las reparaciones necesarias es bastante elevado, ascendiendo a siete mil sueldos jaqueses en el caso del Castillo de Fañanás y a diez mil en el de Abrisén, que aunque es mucho más pequeño está peor conservado. Estas cantidades difícilmente pueden interesar al obispado, por lo que se renuncia a sus restauraciones, o al menos no consta que se hagan. En el caso particular de Abrisén debió existir el agravante de contar con una población bastante disminuida por la epidemia de peste, pues el propio documento ya lo cita como lugar y no como villa, lo cual impediría el cobro de suficientes rentas como para embarcarse en un proyecto de restauración.
1460: Firma de un acuerdo sobre el uso de la acequia
El obispado de Huesca impone el 14 de Agosto un acuerdo entre Argavieso, Alcalá del Obispo, Arvisén (Abrisén) y Fañanás sobre la utilización de las aguas de la acequia de Abrisén, antes de cuya firma se habían teñido de sangre muchas veces.
Juan de Gurrea, Micer (señor) de Argavieso, ayudado por los catorce siervos moros de la aljama, había construido la acequia de Abrisén para poder regar sus tierras con el agua procedente del azud de Abrisén, llegando a considerarse desde entonces el dueño y señor del agua que pasaba por ella, hasta el punto de pretender imponer a los otros lugares el impuesto de la "alfarda", un tributo por el uso de las aguas de regadío. En las Cortes de Fraga de este año, convocadas por el rey aragonés Juan II el Grande, se elige al obispo oscense Guillelmo Ponz de Fenollet como a uno de los setenta y dos hombres con poderes ilimitados para resolver los asuntos más difíciles del reino, y entre ellos está el conseguir calmar a estos pueblos enfrentados continua y sangrientamente por las tranquilas aguas del Guatizalema.
Un problema difícil de resolver al no llegarse a compromisos claros, aceptados y firmados por las partes, por lo que finalmente y haciendo uso de sus poderes, el vicario general ordena traspasar el dominio de la acequia al obispado, debiendo renunciar todos los pueblos a cualquier derecho. El obispado impone la total obediencia a los acuerdos a los que se llegue, y si alguna parte los incumple deberá pagar una multa de mil florines de oro dividida en tres partes, una para el rey, otra para los árbitros y otra a repartir entre las partes que sí los hayan respetado.
1607: Reparación del azud
El 16 de Septiembre, el cantero Juan Valent, vecino de Huesca, pacta una capitulación con los jurados de Fañanás, Gil de Liesa y Martín de Ambos, y los jurados de Alcalá del Obispo, Marco Santarromán y Antón de Carrilla, según la cual se compromete a fabricar un cabezal de piedra fuerte, de 16 varas de ancho y unos 7 u 8 palmos de largo, entre los estribos del azud situado sobre el Guatizalema en la partida de Abrisén, utilizando para ello piedra ". . . sacada de la pedrera de la Huega de la Valle . . ." colocada en filadas de sillares, así como a realizar las reparaciones que se consideren necesarias, por lo que percibirá 800 sueldos jaqueses.
1792. Cita de Abrisén en el mapa de Pedro Blecua y Paúl
El actual despoblado aparece como pardina en el mapa de Pedro Blecua y Paúl. En aquel momento todavía debían quedar restos notables, teniendo en cuenta lo que aún hoy se conserva y la ingente cantidad de sillares de buena talla que desde entonces hasta nuestros días han sido utilizados por las gentes de los alrededores para muros de contención, parideras y casetas de la zona.
Foto de encabezado: Detalle del Azud de Fañanás © Julio Alvira Banzo