La televisión llega a Fañanás
Carmen Octavio de Toledo Arias (de Casa "Los Andaluces"). 2006
Fañanás fue pionera en ver la televisión. Corría el año 1963 cuando un grupo de personas del pueblo se asoció para comprar, entre todos, una televisión.
Costó la friolera cantidad de cinco mil duros de la época, que era mucho dinero. Como las economías de la época no permitían comprar un televisor para uso y disfrute personal (y no como ahora, que hay tres o cuatro en cada casa), varias familias del pueblo se pusieron de acuerdo y compraron una para todos. Como entonces solo había una cadena, la Primera, no habría ningún problema sobre preferencias, todos verían lo mismo.

Carta de ajuste
Vencido el primer problema, el tenerla, venía el segundo: ¿dónde ponerla?. El lugar elegido fue el bar del pueblo. Se puso una cortina que dividía el bar en dos, en una parte estaba el local de uso público y en la otra, el reservado, pues solo los copropietarios del televisor podían verlo. No se pagaba nada por el uso del local, pues atraía gente y por lo tanto consumiciones (como se vé, todo está inventado . . . ).
En aquella época la programación era mínima. Se cerraba la emisión por la noche, cuando terminaba el último telediario (con el himno nacional y unas cuantas fotos del General Franco y su familia) y empezaba a mitad de mañana con la carta de ajuste. Pero dos eventos "culturales" eran los más vistos: los toros y el fútbol.
Los televidentes se dividían en dos grupos: los de los toros (generalmente las mujeres) y el fútbol (los hombres). Como he dicho antes, no había problema a la hora de ver una cosa u otra, pues nunca coincidían. Obviamente, ¡como iban a coincidir cuando solo había una cadena!.
Era la época del Cordobés, que tomó la alternativa en Mayo de ese año en Córdoba, con Antonio Bienvenida de padrino y José María Montilla de testigo. En su alternativa cortó dos orejas a Palancar, el toro que le había tocado en suertes, y las "taurinas", la seña Carmen (de Casa de los Andaluces) y la seña María (de casa Pepe Carretero), en primera fila para no perderse ni un lance ni una manoletina.
Los futboleros pudieron ver jugar a Di Stefano en su último partido con el Real Madrid, en el estadio Práter de Viena, contra el Milán, dos días después, el 27 de Mayo (perdió el Madrid por 2-1 o 1-2, depende . . . ).
No solo había toros y fútbol. Bahamontes ganó el Tour de Francia, murieron personajes tan dispares como Carmen Amaya, el papa Juan XXIII y John F. Kennedy, ¡y hasta podían verse las primeras retransmisiones en directo desde el espacio!. Para que veas qué a punto compraron la tele . . .

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Pero . . . como la separación entre la parte pública del bar y la sala privada del televisor era de solo una cortina, de vez en cuando, algún parroquiano asomaba la cabeza entre las cortinas, y si le gustaba lo que hacían en la tele, a lo tonto, se iba haciendo el remolón y se quedaba a verlo. Y si lo que hacían era el fútbol, pues no había un solo mirón, sino legión.
Como es natural, a los "accionistas" de la tele (bueno, ya me entendéis . . . ) no les hacía ninguna gracia que la gente que no pagaba su cuota mensual viera la tele por todo el morro, y surgió la primera gran crisis de Fañanás de la última mitad del siglo XX. No podían consentir eso, ¡que para algo pagaban!, la tele era suya y la vería quienes ellos quisieran . . .
El problema llegó hasta el alcalde, que para eso era la máxima autoridad, y no estaban los tiempos para otro lío.
Después de algunos dimes y muchos diretes, el Excelentísimo Ayuntamiento cedió un local en exclusividad para la sociedad televisiva: el antiguo horno del pueblo, que ya no se usaba, pues el panadero de Alcalá sólo venía un par de veces por semana.
El horno estaba totalmente equipado. Aún tenía sus artesas, sus bancos, su horno, su mostrador . . . Curiosamente, en el solar donde estaba este horno es donde está ahora el bar del pueblo . . .
Bueno, pues finalmente se instaló la tele en este local y ahora sí que tenían la intimidad deseada. En invierno cada uno se llevaba su braserito, y al calor del brasero y a la luz de la tele, el tiempo iba pasando en Fañanás . . .
Pocos años después, las economías empezaron a mejorar, y la gente se fue comprando televisores, y la sociedad, poco a poco, se fue disolviendo.
Un día, un vecino se compró un televisor . . . ¡¡¡en color!!! . . . pero eso, ¡eso es otra historia!.
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Cuadro de Luis Borruel Giral - Fañanás en la década de 1960