En el Camino de Santiago
Desde que comienzan las peregrinaciones al sepulcro del apóstol Santiago, existen tres puntos de entrada a la Península Ibérica a través de los Pirineos:
●  El "Camino Francés", que lo hace por tierras navarras a través de los puertos de Ibañeta y Roncesvalles, el más conocido por quienes proceden del Norte de Europa.
●  El "Camino Aragonés", que entra por tierras aragonesas a través del puerto de Somport, enlazando con el "Camino Francés" en la localidad navarra de Puente la Reina.
●  La calzada romana "Vía Augusta", que alcanza tierras catalanas a través del paso de Le Perthus, enlazando posteriormente con otras rutas, alternativa escogida por muchas gentes procedentes de Italia y de la región francesa del Languedoc.
El Camino Catalán por Huesca
Los peregrinos que llegan al Monasterio de Montserrat pueden continuar viaje por el llamado "Camí de Sant Jaume" o "Camino Catalán Meridional", que pasando por Igualada, Cervera y Tárrega continúa en dirección a Lérida, hasta conectar en Pina de Ebro con el "Camino del Ebro".
Pero al llegar a Tárrega hay una segunda opción, la variante de Balaguer. Esta alternativa, el "Camino Catalán por Huesca", conocido también como "Camino Catalán por San Juan de la Peña", "Camí de Sant Jaume Nord" o "Camino Catalán Septentrional", permite conocer las bellas tierras de la provincia de Huesca, siendo en la actualidad la más popular entre los peregrinos que comienzan su viaje en el Monasterio de Montserrat.
Las poblaciones catalanas que recorre el "Camino Catalán por Huesca" son: Montserrat, Sant Pau de la Guardia, Castellolí, Igualada, Sant Genís dels Segudells, Jorba, Santa María del Camí, Porquerisses, Montmaneu, La Panadella, Pallerols, Sant Antolí i Vilanova, Hostalets, San Pere dels Arquells, Vergós, Cervera, Tárrega, Tornabous, El Tarrós, La Fuliola, Boldú, Castell del Remei, Balaguer, Castelló de Farfanya, Algerri y Alfarrás.
Una vez en territorio oscense, el camino continúa su recorrido por las poblaciones de Tamarite de Litera, Monzón, Selgua, Ilche, Berbegal, Lacuadrada, Pertusa, Antillón, Pueyo de Fañanás, Fañanás, Ola, Tierz, Huesca, Chimillas, Castillo de Castejón, Bolea, Aniés, Loarre, Sarsamarcuello, Santa María de La Peña, San Juan de la Peña y Santa Cilia de Jaca, donde enlaza con el "Camino Aragonés".
En algunas zonas, el "Camino Catalán por Huesca" coincide con la vía romana Osca-Ilerda, como por ejemplo en el tramo Ilche, Berbegal, Lacuadrada, Pertusa, Antillón, Pueyo de Fañanás.
La "Asociación de Amigos de los Peregrinos a Santiago" de Barcelona, que además de sus propias funciones como asociación es la encargada voluntaria del mantenimiento y señalización de este camino entre Tárrega y Santa Cilia de Jaca, ha redactado dos guías rápidas en formato pdf, la [ Guía del Recorrido ] y la [ Guía de Servicios ].
La etapa de Fañanás
En este tramo del camino los peregrinos procedentes de Pueyo de Fañanás abandonan la carretera A-1217, para entrar en Fañanás por la Calle de Bureta. Tras cruzar la Plaza Mayor continúan su andadura por la Calle de la Paz, saliendo de la localidad por la Calle del Molino, en dirección al antiguo molino medieval, donde toman el camino de la izquierda que les conduce a la carretera de Siétamo (A-1219) y al vecino pueblo de Ola.
Algunos peregrinos tienen a bien compartir sus experiencias en bitácoras electrónicas, con útiles indicaciones para otros caminantes y anécdotas no exentas de humor, como hace Juan Casellas en su blog "santyagotenyearsafter.blogspot.com.es" u otro peregrino del que se ha perdido la referencia de su web. Con despistes a la salida de Antillón por parte de ambos (quizás habría que informar a su ayuntamiento), relatan así su paso por Fañanás:
". . . al paso por Antillón ya empieza a ganarte la partida. Las cosas empeoran si al seguir por la montaña, te cuelas de desvío, no divisas nunca la Ermita de San Gregorio, y sales en Blecua cuando deberías salir en Pueyo de Fañanás (Toi Perdio v.5.0). Para amenizar el entuerto, los kilómetros a recuperar deben hacerse por carreteras largas y rectas a unas horas (4 de la tarde) poco apropiadas. En eso llegas a Fañanás sin agua ni en los botes de Isostar ni en la garganta, con lo que no te queda más remedio, y aún pecando de subjetivo, que considerar a la fuente de Fañanás como la Fuente Oficial del Camino de Santiago en el Somontano. ¡Buena, fresca y oportuna agua la suya!. Ese agua y algo de comida te dan fuerzas para afrontar el final del Somontano con la ilusión de llegar a Huesca, cansado pero con el objetivo cumplido. Pero los kilómetros, el sol, los años y las piernas empiezan a pesar demasiado. A la salida de Ola, se hace el último ascenso antes de Huesca . . ."
". . . a la salida de Antillón me despisto, salgo por la carretera en dirección a Blecua, ya que el camino pasa por este pueblo, y espero poder desayunar, tampoco hay sitio donde desayunar, son las 9 de la mañana, a la salida de Blecua vuelvo a encontrar las señales del camino, como no he desayunado, tiro de los frutos secos, llego a Pueyo de Fañanás, tampoco hay bar, llego a Fañanás, y veo un local, con un toldo, pero tampoco es bar, pero es el local social del club deportivo, hay unos empleados, y como les explico mi problema me dan un café y unas pastas, así que un descanso y animo para seguir, a las 12 llego a Ola, me paro para cambiar los mapas de la bolsa en el crucero, y una vecina del pueblo con ganas de hablar me dice que ha visto pararse allí muchos peregrinos y excursionistas que se paran allí para comer, a la una estoy en un paraje que lo llaman la paridera de Montori en medio de un campo de pastos y olivos, a las 2 estoy en Tierz, y como ya estoy a la vista de Huesca, no busco ningún sitio para comer . . ."

Conjunto ermita/hospital - A la izquierda el hospital para pobres y peregrinos (la llamada "Casa del Santero") © Rubén Asín Abió

Calle del Molino, con el molino medieval y la Sierra de Gratal al fondo
Los hospitales medievales en el Camino de Santiago
Durante la Edad Media las peregrinaciones son ampliamente facilitadas por monarcas, monjes, cofradías de tipo gremial, obispos, y donantes particulares mediante legados testamentarios, los cuales dedican parte de sus recursos a reparar caminos, y sobre todo a construir puentes y hospitales.
Afrontar por aquel entonces el Camino de Santiago era una arriesgada aventura, ya que los relatos y las guías de peregrinación de la época hablan de frecuentes ataques de osos, lobos y salteadores, llegándose al punto de ajusticiar públicamente a estos últimos en algunas localidades. El viaje suele hacerse "de Pascua a San Miguel", y muy poca gente se arriesga a hacerla en invierno, lo cual no es de extrañar, pues el Hospicio de Roncesvalles, situado en un difícil y solitario paso, es fundado en 1132 por el obispo de Pamplona debido a los miles de peregrinos que mueren asfixiados por ventiscas o atacados y devorados por lobos. También es frecuente enfermar durante el viaje, ya que el cansancio se va acumulando y se recorren tramos que pueden ser agotadores, algunos en condiciones casi inhumanas.
Muchos lugares comienzan a disponer de hospitales dirigidos por órdenes religiosas, la mayoría pequeñas construcciones con unas cuantas camas, capilla y cementerio propio. No son instituciones para toda la población, sino centros de acogida donde peregrinos pobres, desvalidos y enfermos infecciosos reciben la caridad cristiana. Su principal función es que los cansados peregrinos repongan fuerzas antes de continuar el camino, acogiéndoles en caridad durante un máximo de tres días. Si llegan enfermos se les cuida hasta su recuperación, y si mueren son enterrados en el pequeño cementerio.
En la puerta del hospital suele haber una persona encargada de repartir pan a los caminantes que lo necesitan, mientras los capellanes de lenguas sirven de intérpretes a los peregrinos extranjeros. A quienes atraviesan el umbral, antes de nada se les lavan los pies y la cabeza, se les afeita y peina, y se arreglan sus gastados zapatos. El lavado de pies es un recordatorio del que Jesús hizo a los apóstoles, un acto de cortesía y hospitalidad que se practicaba habitualmente en los países orientales, así como de descanso e higiene para quienes han caminado descalzos o con sandalias durante días. Los peregrinos tienen la oportunidad de hacer un reconfortante reposo y varias comidas diarias, normalmente almuerzo, comida y cena, consistentes habitualmente en pan y vino, pues trigo y uvas son las principales producciones de la economía de la época, lo cual hace recordar aquello de que "con pan y vino se anda el camino". Cuando es posible se añade a la dieta algunas legumbres, verduras, carne, pescado e incluso fruta. Además pueden disfrutar de servicios religiosos y de misa dominical en la capilla del hospital, o en una iglesia o ermita cercana. Una vez reconfortados física y espiritualmente, los peregrinos dejan el hospital para continuar viaje hacia el sepulcro del apóstol Santiago, o de vuelta hacia sus lejanos lugares de origen.
Los hospitales también sirven para alejar de las poblaciones a los enfermos de lepra, considerada muy contagiosa en esta época, o de "ignis sacer" o "fuego de San Antonio", enfermedad producida por comer centeno contaminado y cuyos síntomas la hacen parecer contagiosa. A los enfermos se les ofrece una mullida cama, en salas que permanecen iluminadas durante la noche y separadas por sexos, algo difícil de cumplir en los pequeños hospitales, pues algunos documentos de la época recomiendan que no duerman más de dos personas en cada cama, una evidente muestra de sus limitados recursos.
Suelen tener botica propia y un huerto para el cultivo de las plantas medicinales necesarias, lo cual ha propiciado que en los alrededores de estos lugares puedan encontrarse en la actualidad más variedades de este tipo de plantas que en otros parajes.
En las plazas más importantes y en algunos lugares estratégicos del camino se construyen enormes hospitales renacentistas, con patios interiores y varios pisos, en cuyas plantas bajas o peregrinerías se da alojamiento y comida, mientras que las altas se destinan a enfermerías, algunas de ellas reservadas para personajes ilustres, nobles y sacerdotes.
Para los peregrinos el sanador por excelencia es el apóstol Santiago, que según consta en el "Codex Calixtinus", devolvía la vista a los ciegos, el oído a los sordos, el paso a los cojos y así una larga lista de enfermedades y discapacidades. También se les atribuyen propiedades curativas a las conchas que acompañan a los peregrinos durante su viaje.
Principales acontecimientos históricos
1199: Construcción y donación al Obispado de un puente sobre el río Guatizalema y de una ermita-hospital
Ramón de Uncastillo, un viudo residente en Huesca, había construido con el consentimiento del obispado un puente sobre el río Guatizalema, dentro de la parroquia del Castillo de Fañanás, y más tarde una ermita-hospital junto a él: ". . . quoniam pons et hospitale sunt in parrochia oscensis episcopi . . .".
En Enero de este año dona el conjunto al obispo oscense Ricardo, el cual concede a Ramón de Uncastillo y a sus sucesores el derecho a tener en dicho hospital un oratorio y un cementerio para pobres, con la condición de que mantengan allí a un clérigo y que nombren a un laico como Baile, el cual se encargará de gestionar el hospital en su nombre. Impone también una condición que refleja que en estos momentos no se han llegado todavía a llevar plenamente a la práctica las disposiciones del concilio de Letrán de 1059, pues el obispo puntualiza que: ". . . el clérigo encargado del hospital, deberá hacer obediencia al obispo . . .". El cargo de Baile (de baiulus, "encargado" en latín medieval) permitía recaudar rentas, administrar bienes e impartir justicia, y según los Fueros del Reino de Aragón sólo podía ser ejercido por un aragonés no judío.
Otra de las cláusulas del documento confirma que en este momento el Castillo de Fañanás pertenece ya por completo al obispado: ". . . de las oblaciones que obtenga el oratorio se harán dos partes, una para el obispo (pro Castro de Fanyanas) y la otra mitad para el hospital . . .".
En la Edad Media, una de las funciones de muchas ermitas es la de servir como hospitales, especialmente durante las epidemias de peste negra que asolan Europa entre los años 1348 y 1400, sirviendo también como refugios habituales para los enfermos del mal de "San Lázaro" (lazaretos o leproserías), ya que todavía no se conocen bien este tipo de enfermedades. Para evitar los contagios, las villas disponen de ermitas-hospitales en las afueras, con camas en los pisos superiores, capillas y cementerios propios. Están situadas en lugares estratégicos y junto a caminos muy concurridos, ya que su misión es también la de asistir a caminantes, mendigos y peregrinos del Camino de Santiago. Estos templos suelen estar bajo la advocación de San Lázaro, San Sebastián, o María Magdalena, la hermana de Lázaro, el enfermo que murió de lepra y al que Jesucristo resucitó, aunque algunos cambian posteriormente de advocación llegando a la actualidad con otros titulares. Con el tiempo la mayoría de ellas desaparecen, aunque algunas siguen como simples ermitas. En las plazas más importantes y en puntos muy concurridos del Camino de Santiago se construyen enormes hospitales renacentistas, con patios interiores y varios pisos, en cuyas plantas bajas o peregrinerías se da alojamiento y comida, mientras que las altas se destinan a enfermerías, algunas de ellas reservadas para personajes ilustres, nobles y sacerdotes.
Foto de encabezado: Calle del Molino, con el molino medieval y la Sierra de Gratal al fondo