Tiro de Barra en Fañanás y alrededores
Los juegos tradicionales aragoneses que se han practicado a lo largo de la historia son innumerables: pilota; cucañas; lochas; chuecas; chapras; aros; ranas; hoyetes; tiro de palo; tiro de soga; tiro de jada, en el que se lanza la azada "a sobaquillo" dando vueltas, debiendo quedar clavada finalmente en la tierra; tiro de bola, donde se hace un recorrido con los menores lanzamientos posibles de una bola de 2,5 Kg; mayos, los troncos de árboles pelados por los que se trepa para recoger un premio; pulso de pica, un juego tradicional de Huesca que probablemente tuvo su origen allí; y muchos otros.

Pulso de Pica - Fiestas Mayores de Fañanás 2003 © Hermanos Carrera

Billas Jacetanas - Fiestas Mayores de Fañanás 2003 © Hermanos Carrera

Tiro de Barra - Fiestas Mayores de Fañanás 2003 © Hermanos Carrera

Juego de la Rana - Fiestas Mayores de Fañanás 2003 © Hermanos Carrera

Juego de la Rana - Fiestas Mayores de Fañanás 2003 © Hermanos Carrera
Pero el juego más popular es sin duda el tiro de barra o de barrón, que era practicado en muchas localidades cuando los descansos del duro trabajo lo permitían, especialmente en las canteras y en las eras donde se trillaban las mieses. Los concursos de tiro de barra se celebraban los domingos y festivos en las plazas de los pueblos o en las eras, y también durante las romerías, en las que además se organizaban carreras pedestres, saltos y luchas.
En Fañanás se jugaba mucho a pelota en el frontón de la Plaza Mayor, donde cada domingo después de misa los mozos se jugaban "al rayado" una tina de vino que se bebían entre todos, o una gallina con una docena de huevos para poder invitar a las amistades. En las localidades que no tenían frontón se utilizaba la fachada de alguna casa: en Alcalá del Obispo la de Casa Elías Pardina; en Ola la de Casa Bailo; y en Siétamo la del ayuntamiento viejo. El 1 de Mayo también se trepaba un mayo en Fañanás, que tras ser elegido por los mozos de entre los árboles que bordean el río, era descortezado y levantado en la Plaza Mayor.
El tradicional Tiro de Barra Aragonesa
Algunos antecedentes de la barra aragonesa podrían encontrarse en dos instrumentos gimnásticos romanos: el vectis, una palanca de hierro; y la lingulata, un palo de madera con una punta de hierro. En el siglo XIII y debido a la influencia de vascones y gascones, se practica por todo el territorio pirenaico el lanzamiento de dardo, también llamado gezia o azcona. Otros posibles antecedentes son la palanka vasca del siglo XV y la piertaga, una lanza de mango de avellano y punta de hierro de unos cuatro metros de longitud.
Pero de entre los antecedentes citados, y atendiendo al material y al peso de la barra aragonesa, sus primas hermanas son sin duda la barraka del Pirineo francés y la palanka vasca de Urrual Alto en la modalidad zuzenkara de lanzamiento a pecho. En el País Vasco y Navarra, a los lanzadores de barra se les llama palankaris, y sus lanzamientos van acompañados de fuertes apuestas, que en Aragón se llaman piques. Si un mozo quiere retar a otro utiliza la expresión "espolón a la barra", derivada de la palabra espolique, que significa desafío, reto o apuesta.

"El tiro de barra - Costumbres de Aragón", dibujo realizado por Valeriano Bécquer para la revista "El Museo Universal" Nº 41 del 8 de Octubre de 1865
En su libro "Deportes tradicionales de fuerza en España", Lucio Doncel Recas recopila con detalle el modo tradicional de la práctica de este juego. Los instrumentos utilizados para los lanzamientos eran muy diversos: barrones empleados para mover los bloques de piedra de las canteras; barras con las que se agujereaba el terreno para colocar los maderos de los cercos de ganado; piezas sacadas de antiguos arados de tipo romano, utilizadas en la variante del tiro de reja; e incluso ejes de carros.
Todos los jugadores tiran con las mismas barras, y el lanzamiento se hace con un pie adelantado e inmóvil que no debe pasar de una raya marcada, un tablón, o cualquier apero de labranza colocado normalmente por el mainate, el maestro de ceremonias al que se le pide permiso para participar. En algunas zonas del Alto Aragón el lanzamiento se hace tras un medio giro e incluso mientras se da vueltas, lo que permite un mayor impulso. La barra debe caer del que es el extremo inferior según se sujeta con la mano, pues si cae del otro extremo se falla el tiro y se canta coda o cola. Si cae plana o dando vueltas la jugada no vale, cantándose esclato si el suelo es de piedra, o barrazo, tripazo o tripada si el terreno es blando. La palabra esclato deriva del latín stridere que se traduce como "hacer un ruido penetrante". Entre los más jóvenes cada tres colas cuentan como un tiro y se mide la marca de la mejor tirada. Cuando el tiro es bueno se canta "tiro y vale la tirada" o "tiro güeno", y cuando el lanzamiento sale del campo de juego se canta desembarráu o esbarráu.
Con el cuerpo totalmente erguido, el tirador mantiene la mirada por encima de la mejor marca conseguida, mientras sujeta con fuerza la barra o el barrón con su mano preferida y sostiene con la otra una piedra que le sirve de contrapeso durante el lanzamiento. Flexionando las piernas, y tras un movimiento hacia atrás de unos tres cuartos de circunferencia, el tirador tensa todos sus músculos y lanza la barra con fuerza, intentando superar su propia marca o la del contrario en tres lanzamientos o en tirada libre. En las calles y plazas de las localidades que tenían el suelo de grava o piedra viva, los deslizamientos y rebotes de la barra eran muy ruidosos y espectaculares, mientras que el suelo arcilloso de las eras resultaba perfecto para marcar bien el terreno de juego y los puntos.
Aunque en la actualidad ya no es así, en el tradicional tiro de barra aragonesa no había reglamento en cuanto a pesos y medidas, pues dependía de las propias costumbres locales y de las piezas que los herreros preparaban para tal fin, aunque no había trampa posible, ya que todos tiraban con las mismas piezas. Las barras tenían entre 60 y 80 cm de largo, unos 2 cm de grosor, y 5 cm de anchura aproximada, con un peso que oscila entre 6 Kg (media arroba) y 10 Kg. Los barrones son pesadas herramientas utilizadas en las canteras, que tienen entre 7,5 y 15 Kg de peso, o incluso más, y entre 1 y 1,50 m de largo, más delgados y redondos en la parte superior y con el extremo inferior tallado en forma de cuña, por lo que cualquier tirador capaz de hacer tres o cuatro tiros de barrón ya podía ser considerado un campeón.
También se hacían lanzamientos con la propaleta, una barra de hierro hueco mucho más corta y redonda, tallada en cuña en su extremo inferior, y normalmente remachada en su extremo superior e incluso torcida debido a los golpes que recibía de la almadena o almadana, el pesado martillo utilizado en trabajos agrícolas y de albañilería que requiere ser sujeto con ambas manos. Estas propaletas, mucho más ligeras, servían para entrenar a quienes se iniciaban en el tiro de barra, y su nombre deriva de propalo, una barra cilíndrica de hierro que formaba parte de la maquinaria de los molinos harineros.
1450: Apuestas de tiro de barra entre moros y cristianos en Argavieso
La tradición oral, conservada en la memoria de José María Trisán Viñuales, vecino de Fañanás, de la que tomó buena nota Luis Gracia Vicién en su libro "Juegos Tradicionales Aragoneses", nos ha permitido conocer la antigüedad y el arraigo de este juego, siendo además la primera referencia histórica conocida hasta la fecha sobre el tiro de barra en Aragón.
". . . Hacia 1450 el pueblo de Argavieso estaba poblado por moriscos, vasallos de un caballero cristiano llamado Juan de Gurrea. Al servicio de este caballero estaba el moro Mahoma Océn, tan buen capataz como tirador de barra. Como contrincante tenía enfrente a Pitarque de Blasco, de profesión "zabacequia" (palabra aragonesa antigua, derivada del árabe, que significa guarda de acequias). A tal extremo llegó el mito de estos barristas que se dividieron los vecinos, y para dejar las cosas en su punto se organizó la jugada a 10 tandas de 5 tiros. Los moriscos apostaron, como era lógico, por Mahoma Océn y los cristianos por Pitarque de Blasco. La apuesta era de 20 sueldos jaqueses y una comida general. La tirada tenía lugar en "La Sarda" (terreno cascajoso), en el viejo camino entre Argavieso y Fañanás. El notario de Sesa, Juan Joseph Cistué, tenía que dar fe del resultado, cobrando 10 florines de oro. Los moros y el señor de Argavieso, Juan de Gurrea, pusieron a disposición de Mahoma Océn, patas de pollo y leche de cabra porque era abstemio. Pitarque y los suyos prefirieron velar armas con el vino viejo de la Sarda. Después de un día entero de tirada no pudo el notario de Sesa certificar un vencedor. Volvió el pueblo a la normalidad y Mahoma Océn fue hasta el fin de su vida el mejor amigo de Pitarque. Más tarde, cuando el pueblo recayó por herencia en Juan de Araus, no hubo cambios substanciales y moros y cristianos se dedicaron al cultivo de la tierra. Solamente al morir Pitarque se supo su verdadero nombre y origen, se llamaba Domenico Pitarcus y era de Creta, habiendo tomado el "de Blasco" por el nombre de la casa en que trabajaba . . ."
Barristas de Fañanás y alrededores
A finales del siglo XIX y con motivo de las limpiezas periódicas de las acequias de riego, se celebraban competiciones de tiro de barra promovidas por la "Comunidad de Regantes de las aguas del río Guatizalema de los pueblos de Fañanás, Alcalá del Obispo, Argavieso y del Excmo. Sr. Duque de Solferino". Se celebraban en el "Tozal de la Corrida", un lugar equidistante entre dichos pueblos que es mencionado por Luis Gracia Vicién en su libro "Juegos Tradicionales Aragoneses", y que es llamado así por ser el punto de salida de las carreras pedestres que se organizaban en la zona. Los herreros de las localidades son los encargados de hacer las barras y de custodiarlas. Cada competidor hace diez tiros con cada una de las tres barras disponibles para la prueba. El vencedor era homenajeado en la Plaza Mayor de su pueblo, ostentando durante todo el año el título de "Rey de la Barra" y pudiendo beber cuanto quiera de la tina de vino que llena el perdedor del año anterior.
Entre los mejores barristas de la zona estaban Lorenzo Ferrer, de Fañanás; Isidro Arnal, de Alcalá del Obispo; Codina, de Alcalá del Obispo; Policarpo Liesa, de Argavieso; Corz, de Argavieso; Viscasillas, de Siétamo; y Paño, que aunque era de Almuniente venía a estos concursos en representación del Duque de Solferino. En una ocasión Vicente Lacasa, vecino de Marcén, apostó en Siétamo a tirar contra un hombre muy alto de raza gitana, pero como él era de pequeña estatura, el gitano hizo un agujero y así pudieron tirar los dos en las mismas condiciones.
En Pueyo de Fañanás fueron grandes tiradores Francisco Añaños y su hermano Beturián Añaños. Beturián, que era apodado "Sastre Grande", es un personaje muy agresivo ante cuya presencia se retiraban los rondadores y del cual se cuentan varias anécdotas, como la de cargar 20 arrobas (230 Kg) de leña en un fajo, o trasladar a fuerza de músculos una prensa de vino desde Fañanás hasta Pueyo de Fañanás. Se dice que llevaba a su padre, que era pequeño, en una manta culera colgada del hombro desde Pueyo de Fañanás hasta Novales. Un año arrancó el mayo de Novales para llevárselo, y plantó en el suelo la copa, por lo que al día siguiente pensaron en el pueblo que se lo había tragado la tierra, pero algunas criadas que lo vieron aclararon lo sucedido. Pero una triste noche mató a Urraca de Casa Arrieta, el padre de dos rondadores, siendo condenado a prisión en Zaragoza, donde apostó a tirar la barra con un oficial del ejército que llevaba en las costillas el tatuaje "Invencible tirando a la barra por todo lo de comer en una semana". Un acaudalado Añaños de Zaragoza lo sacó de la cárcel para que pudiera cumplir la apuesta, que se estableció en tres tiradas. Añaños puso el cachirulo como raya, lanzando en primer lugar el militar y después él. Venció Añaños y su tiro quedó imbatido durante mucho tiempo en Zaragoza. Recordando sus tiempos de rondador, Añaños compuso en la cárcel una copla: "Por los brazos de mi madre, y la Virgen del Pilar, pido al pueblo de Zaragoza, que me dé la libertad".

Tiro de Barra - Fiestas Mayores de Fañanás 2003 © Hermanos Carrera

Tiro de Barra - Fiestas Mayores de Fañanás 2003 © Hermanos Carrera

Tiro de Barra - Fiestas Mayores de Fañanás 2003 © Hermanos Carrera

Tiro de Barra - Fiestas Mayores de Fañanás 2003 © Hermanos Carrera
Coplas y jotas
Al igual que otros juegos tradicionales aragoneses, el tiro de barra también ha sido fuente de inspiración y tema de actualidad de coplas y jotas.
Presumes de ser hombre fuerte,
cuando tiras a la barra,
y sudas como mujer,
en cuanto ves una jada.
Pa tirar bien a la barra,
pilotiar y cantar jotas,
hay que ser mozo de jada,
con las albarcas muy rotas.
Pa tirar a la barra,
hay que ser de Aragón,
llevar nobleza en la sangre,
y fuego en el corazón.
El mozo para ser mozo,
ha de tirar la barra,
ha de beber buen vino,
y ha de comer carne asada.
El que quiera ser buen mozo,
y buen tirador de barra,
que coma mucha lechuga,
y beba un buen trago de agua.
En los concursos de soga,
de la barra y pilota,
los Saputos de Almudévar,
siempre sacan güena nota.
El buen mozo de Antillón,
sabe tirar la barra,
beber tinto en porrón,
y rondar de madrugada.
De la villa de Lanaja,
t’has llebau la mejor flor,
por güen tirador de barra,
pilotaire y rondador.
En las canteras de Ricla,
no hacen falta barrenos,
los mozos tirando barra,
levantan bloques enteros.
En Tarazona se visten,
camisa blanca y calzón,
y alpargaticas abiertas,
pa tirar al barrón.
Los mozos de Zaragoza,
saben tirar el barrón,
y lanzar la bola fuerte,
de La Almunia hasta el Jalón.
En Borja también se tira,
la bola, barra y barrón,
no vayas a la Ribera,
para ver un campeón.
Tanto Cortés como Campos,
tiran lejos el barrón,
porque beben pajarilla,
con guitarra o mostachón.
Sube corriendo hasta El Cinto,
qu’están tirando a la barra,
y el que pierda pagará,
en la taberna del Tarra.
Entre el Peleche y el Pulpo,
en la Posada el Rincón,
desafiaron al Puche,
a tirar con el barrón.
Tiradores famosos
Entre los braceros altoaragoneses del siglo XIX destacan Valero Castillo, "El Baturro de Magallón"; mosén Bruno Fierro, de Saravillo, gran jugador de pelota y poderoso tirador de barra y barrón del que se decía que "pareceba una talega en pie"; y el "Tío Santas", de Fuentes de Ebro, que llegó a disputar un juego en Villafranca de Ebro con el mismísimo rey Carlos IV, en un descanso de uno de los viajes del monarca. Famosos tiradores de principios del siglo XX fueron los zaragozanos Manuel Macipe "El Picador" y Benigno Abadía "El Trajinero", también conocido como "El herrero de Montemolín". En la segunda década del siglo XX, sobresalieron con el barrón Feliciano Cortés, Ignacio Tortajada y Mariano Campos, los tres de Longares. Posteriores son Portolés, de Angüés; los Escartín; "El Molinero", de Gillué; "El Batanero", de El Puente de Sabiñánigo; Juan, de Campo; Eloy, de Antillón; los Torrecilla, de Bespén; y los Palaines de Lascellas, pintorescos tartaneros que se anunciaban en el toldo de su carruaje como "tiradores de barra y barrón". Más recientes son Paño, de Almuniente; Capellades, de Tamarite; y Manuel Escanero, de Poleñino, del que se decía: "De la villa de Lanaja, t´as llebáu la mejor flor, por güen tirador de barra, pilotaire y rondador". También destacaron Elíseo Ansón, de Mezalocha; Pedro Esquilador, de Bespén, que era además buen jugador de pelota; Luis Ballarín, de Villanueva de Sigena; Manuel Soláns; Vicente Lacasa, de Marcén, que ganó en diversas pruebas por la comarca; Callau, un mendigo borrachín que solía darles "p'al pelo", y muchos otros.
Durante los años 1933-1935 los agricultores zaragozanos Manuel Bazán Navarro, de Miralbueno, y Jesús Cabezas Almenara, de Casetas, este último más joven, rivalizaban por ser campeones de Aragón. Bazán tenía un estilo irreprochable que aprendió con Benigno Abadía y Manuel Macipe, y entre sus proezas están la de lanzar con barrotes de 8 Kg más de 15 m o el haber dejado clavado el barrón en una pared de Bardallur, o cuando en Mozota los amigos quisieron que incrustara la barra en el balcón de la maestra, cosa que no hizo, pero hizo más, lanzó el barrón y cruzó la plaza. Bazán, a sus 45 años, con 1,75 m de estatura y 118 Kg de peso, logró en la primavera de 1935 la plusmarca aragonesa, con un tiro de 16,80 m con barra de 7,257 Kg en la pista de Tenis Club de Zaragoza. En Octubre del mismo año, en un concurso de tiro con barra de 7,887 Kg, Cabezas venció a Bazán con 16,22 m frente a los 15,87 de Bazán, y aunque la derrota hizo daño a Bazán, que ya no volvió a tirar la barra, mantuvo su plusmarca durante 42 años, hasta el último día de 1977, en que el calatorense Félix Serrano Lahuerta, un mocetón de 20 años, con 1,90 m de estatura y 105 Kg de peso, consiguió un tiro de 16,99 m en Boquiñeni, bajo la mirada atenta de su preparador, el calatorense Daniel Tabernas. Posteriormente las plusmarcas fueron mejorando año a año gracias a extraordinarios barristas como Félix Serrano, Fernando Maestro, Pascual Banzo, Manuel Soria, Ángel Fernández de Heredia, Francisco Ortega, Antonio Morón y muchos otros. La plusmarca actual de Aragón lo consiguió en Zaragoza en 1994 Fernando Maestro, de la Almunia, con un tiro de 19,45 m.
Reglamento actual del tiro de barra
El tiro de barra se practicó durante siglos sin ningún reglamento oficial. En 1926 se estableció una modalidad de tiro de barra española que había sido incluida en su programa de actividades por la Federación Castellana de Atletismo en 1925, pero halló la oposición de otras federaciones regionales. El 18 de Octubre de 1931, organizado por la Federación Aragonesa de Atletismo, se celebra el Primer Campeonato de Tiro de Barra de forma oficial y bajo un reglamento basado en las normas tradicionales. En 1932 tuvo lugar el segundo campeonato, desapareciendo posteriormente de los campeonatos nacionales. En 1942 se funda en Miralbueno la Sociedad Deportiva Amigos de la Barra, pionera del renacimiento de este juego, que organizó concursos de tiro ininterrumpidamente hasta 1968. El 10 de Noviembre de 1956, la barra aragonesa se integra en la Federación Aragonesa de Atletismo, después de varias gestiones del Gobernador Civil de Zaragoza, siendo nombrado vocal de la modalidad el famoso barrista Manuel Bazán Navarro, que confecciona el primer reglamento oficial del Tiro de Barra Aragonesa, el cual entra en vigor en Enero de 1957. En 1968, después de grandes esfuerzos y muchos sinsabores, y organizado por los "Amigos de la Barra", se celebra en el Estadio Municipal de la Romareda el último campeonato oficial de Aragón de esa época. Entre 1968 y 1976 el tiro de barra sufre una gran regresión debido al cambio sociológico de la fisonomía rural, ya que las nuevas tecnologías requerían de un menor esfuerzo físico. El 24 de Octubre de 1976 se convoca un concurso en el Stadium Venecia de Zaragoza en el que participan siete tiradores de Calatorao, cinco de Casetas, tres de Épila y uno de Zaragoza, a partir del cual se reanudan las competiciones oficiales de barra aragonesa. En Marzo de 1978 se constituye en Calatorao la Comisión de Tiro de Barra Aragonesa de la Federación Zaragozana de Atletismo, y el día 19 se celebra el Primer Campeonato de Aragón en el Parque Deportivo Ebro de Zaragoza. El 13 de Marzo de 1982 se constituye la actual Federación Aragonesa de Deportes Tradicionales.
Según el actual reglamento, la barra de hierro utilizada en las competiciones tiene 7,257 Kg de peso y forma cónica, con 80 cm de longitud, una cabeza en forma de bisel de 43 mm de diámetro, y una cola de forma redonda, de 35 mm de diámetro, aunque los neófitos pueden realizar sus primeras prácticas con barras de 5 Kg. La raya de tiro es una pieza de madera de 2 m de longitud, 10 cm de anchura y 10 cm de grosor, con dos agujeros en sus extremos para clavarla al suelo, embebiéndola en el terreno unos 3 cm. El lanzador puede utilizar, si lo cree oportuno, un contrapeso de entre 500 g y 1,5 Kg para facilitar el giro y ayudarle a mantener el equilibrio. Debe marcarse un campo de tiro y un pasillo de seguridad. El campo de tiro se ubica en terreno llano al aire libre, tiene forma troncocónica, con una base recta donde se sitúa el tirador y un frente arqueado, tiene 50 metros de largo y 8 metros de amplitud máxima, y está subdividido en cuatro partes que, desde el punto de tirada, tienen 5, 10, 15 y 20 metros de longitud respectivamente. El pasillo de seguridad sigue la forma cónica del campo y representa una prolongación de 4 metros de amplitud máxima hacia la parte frontal del mismo. Las categorías reglamentarias son tres: primera, si se consigue un tiro mínimo de 13,70 m.; segunda, de 12,50 m.; y tercera, de 10,50 m.
La entrada del lanzador en la raya se efectúa colocándose a unos dos pasos de distancia, con la figura erguida, sopesando la barra en una mano y la piedra de contrapeso, caso de utilizarla, en la otra. Los lanzadores diestros dan un paso con el pie izquierdo y seguidamente colocan el derecho sin tocar la raya, para hacer los movimientos de impulso girando sobre su cintura de derecha a izquierda. El lanzador coge la barra por su punto medio, haciendo coincidir el dedo índice con el punto medio de la misma. Se sitúa delante de la tabla de madera y la punta de la barra va a tocar el contrapeso haciendo girar el cuerpo. Seguidamente se lanza la barra lo más lejos posible, cayendo verticalmente o de forma inclinada y pegando en el suelo con el extremo grueso de la barra dentro del campo de tiro, sin haber girado en el aire. La forma correcta de lanzamiento es colocando los dos pies en la raya y saliendo, tras el tiro, por el mismo sitio que se ha entrado. No se permite salir pasando el pie por encima de la raya, ni tocar el suelo con las manos hasta que el jurado dé por válido el tiro; de lo contrario, es nulo. El numero de tiradas, consideradas reglamentarias, son 6 de clasificación y 6 de concurso. En caso de empate se conceden a cada lanzador dos tiros. Si persiste el empate, la clasificación es decidida por el juez de campo. En las tiradas hay dos jueces, uno que controla que el lanzador no separe los pies de la tabla, y otro que certifica si el tiro es nulo o válido. Todo tirador clasificado en su categoría correspondiente por el último concurso en que haya tomado parte, no puede participar en una categoría inferior.
Foto de encabezado: Fragmento de "El tiro de barra - Costumbres de Aragón", dibujo realizado por Valeriano Bécquer para la revista "El Museo Universal" (1865)