Nuei de Bruixas 2018
Sábado 3 de Noviembre
● 18:00 h . Todo el mundo a la fiesta con los disfraces y las mejores historias de miedo
Aragón viene celebrando desde hace siglos la Nuei d'Almetas o Nuei d'Animas (Noche de Almas), conocida también como Nuei de Bruixas (Noche de Brujas), una festividad que tiene su origen en la conmemoración céltica del Samhain ("fin del verano" en irlandés antiguo) en la que se celebraba el final de la temporada de cosechas y el "Año nuevo celta" que comenzaba con la estación oscura. Los antiguos celtas creían que la línea que une este mundo con el "otro mundo" se hacía mas estrecha con la llegada del Samhain, lo que permitía a los espíritus pasar a través de ella. Este día, los celtas invitaban y homenajeaban a los espíritus de sus ancestros familiares, al tiempo que intentaban mantener alejados a los espíritus dañinos. Los trajes y máscaras que utilizaban tenían como propósito el mostrar la apariencia de un espíritu malévolo, evitando así ser dañado y ahuyentando de paso a otros espíritus malignos. Otra práctica común de los celtas era la adivinación, que a menudo implicaba el consumo de determinados alimentos y bebidas.
Durante la ocupación romana de los territorios celtas, la festividad de Samhain fue asimilada por los invasores, aunque el mundo romano ya contaba a finales de Octubre y primeros de Noviembre con la celebración de la "Fiesta de la Cosecha" en honor a Pomona (diosa de los árboles frutales), por lo que ambas tradiciones acabaron mezclándose. Entre los siglos VIII y IX, una época en la que predominaban las festividades paganas, la Noche de Almas o Noche de Brujas se celebraba en la noche del 1 al 2 de Noviembre. Los papas Gregorio III (731-741) y Gregorio IV (827-844) intentaron suplantarla por una festividad católica (Día de Todos los Santos) que fue trasladada del 13 de Mayo al 1 de Noviembre. Durante siglos, el católico Día de Todos los Santos convivió con la pagana Noche de Brujas, aunque en las épocas que tuvieron gobiernos fuertemente religiosos, como la Dictadura del General Franco, se buscó por todos los medios que la Iglesia tuviera el monopolio de las celebraciones festivas.
La fiesta de Samhain también acabó llegando a Estados Unidos y Canadá en 1840 a través de los inmigrantes irlandeses, que transmitieron diversas versiones de la tradición céltica durante la Gran Hambruna Irlandesa, quedando fuertemente arraigada y dando nacimiento a la denominación "Halloween", definida tradicionalmente como una forma acortada en lengua escocesa de la expresión inglesa "All Hallows' Even" (Víspera de Todos los Santos) y que había sido usada como tal por primera vez en el siglo XVI. A diferencia de la Noche de Brujas o Noche de Almas, "Halloween" se celebra internacionalmente en la noche del 31 de Octubre al 1 de Noviembre, un día antes, y está siendo asimilada por muchas culturas, aunque algunas de ellas ya cuentan con una festividad idéntica con denominación propia, por lo que en muchos casos la nueva moda supone un anglicismo innecesario para celebraciones que teniendo el mismo origen y los mismos elementos se han practicando en España y otros países desde al menos la Edad Media.
En Aragón, la Nuei d'Almetas/Nuei d'Animas (Noche de Almas) o Nuei de Bruixas (Noche de Brujas) se celebraba la noche del 1 al 2 de Noviembre, una oscura noche que todo el mundo quería que acabara lo antes posible, ya que podía acobardar al más valiente, pues era el momento en que las almas de los difuntos visitaban las casas y propiedades de sus familiares. En muchas casas y cementerios se dejaba toda la noche un candil encendido, o una o varias velas, para guiar y alumbrar el camino a las almas. Era la noche más propensa a supuestas apariciones de difuntos, que al parecer buscaban más el apoyar a la familia ante circunstancias adversas que el provocar miedo o daño. Al anochecer, los niños preparaban unas calabazas, vaciando su contenido y haciéndoles unos cortes hasta conseguir darles un aspecto tétrico similar al de una calavera, iluminándolas después por dentro con una vela o lámpara. Estas calabazas se colocaban en los rincones más lúgubres de la localidad (en Huesca capital se hizo hasta bien entrado los años sesenta) con el supuesto fin de espantar a niñas y abuelas, pero con el verdadero y arcaico cometido de conducir a las almas desde esos rincones hacia los cementerios. En Radiquero estas luces no sólo indicaban el camino del cementerio a las almas perdidas sino también a los totones o guardianes del cementerio. En Linars de Marcuello, los mozos hacían en el salón una merienda con huevos duros y por la noche bandeaban por turnos las campanas de la iglesia cada hora, con el fin de espantar los espíritus dañinos. Los pastores de Hecho y Ansó hacían los cortes de rabo a las ovejas justo el día 1 de Noviembre, porqué pensaban que así las protegían contra la enfermedad de la modorra. En Agüero se hacía la Ronda d'a Nuei d'Almetas, en la que los vecinos rezaban padrenuestros y avemarías por plazas y carreteras.
El profundo pasado celta que tuvo España ha hecho que existan multitud de tradiciones relacionadas con espíritus, como las famosas Meigas o la Santa Compaña en Galicia. En Asturias, en el siglo XVIII, los niños ya llevaban lámparas y pedían comida a las puertas de las casas durante esta noche. En muchos municipios de Madrid también se decoraban las casas con calabazas de aspecto tétrico, con el objetivo de invocar espíritus protectores o asustar a la gente. En muchos pueblos, las únicas luces encendidas que podían verse durante esta noche eran las calabazas y las hogueras. Aunque se solían utilizar calabazas, también se hacían estas decoraciones con calabacines, botijos, ollas, calaveras de asno, etc. En algunas localidades tenían la tradición de celebrar banquetes en las tumbas de los antepasados. En las afueras de Soria, se celebraba una famosa procesión llamada "Ritual de las Ánimas", en la que se cantaba toda la noche mientras se llevaba en las manos una vela protegida por un bote, calabaza o cacharro de barro agujereado, finalizando con una gran hoguera, tradición que fue inmortalizada por Gustavo Adolfo Bécquer en su cuento de terror "El monte de las ánimas" (1862). Los alimentos tradicionalmente propios de estas fechas son: buñuelos de viento, huesos de santo, panellets, puches (Getafe), tostones (Ciudad Real), roscos (Cuenca), nuhegados (Albacete), natillas, sopas canas, chocolate con churros, etc . . .